
Dejaste Boston para irte a vivir a Paris. Un pequeño departamento en la Rue du Faubourg Saint Denis. Te mostré mi vecindario, mis bares, mi escuela. Te presenté a mis amigos, mis padres. Escuché los textos que ensayabas, tus cantos, tus esperanzas. Tus deseos. Tu música. Tú escuchaste la mía. Mi italiano, mi alemán, mi ruso. Te dí un walkman y tú me diste un almohadón. Y un día, me besaste. El tiempo pasó. El tiempo corrió. Y todo parecía tan fácil, tan simple. Libre. Tan nuevo y tan único.
Fuimos al cine. Fuimos a bailar. De compras. Reímos. Tú lloraste. Nadamos, fumamos. Nos afeitamos. De tanto en tanto tú gritaste. Sin ninguna razón. Algunas veces con razón. Sí, algunas veces con motivos. Te acompañé al conservatorio. Aprobé mis exámenes. Escuché tu canto, tus esperanzas. Tus deseos. Tu música. Tú escuchaste la mía. Estábamos cerca. Tan cerca. Siempre más cerca.
Fuimos al cine. Fuimos a nadar. Reímos juntos. Tú gritaste. Algunas veces con razón. Y algunas sin. El tiempo pasó. El tiempo corrió. Te acompañé al conservatorio. Aprobé mis exámenes. Me escuchaste hablar italiano, alemán, ruso, francés. Aprobé mis exámenes. Tú gritaste. Algunas veces con razón. El tiempo pasó, sin razón. Tú gritaste. Sin razón.
Yo aprobé mis exámenes. Exámenes, exámenes... El tiempo pasó. Tú gritaste. Tú gritaste, tú gritaste... Yo fuí al cine.
Perdóname, Francine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario